"Ella se acercó a él y le dijo: Yo he venido para quedarme,
para hacerte compañía.
Juntos no necesitamos a nadie más.
Ven y descansa, despreocúpate ya todo va a pasar.
Y él le creyó y le creyó tanto que le entregó su corazón
y al poco tiempo le entregó su vida.
Y así pasó el tiempo,
y un día unos amigos vinieron a visitarlo más él no abrió la puerta.
Preocupados por él, abrieron una ventana
y lo que se encontraron fue algo que solo puede llamarse horror.
Aquel lugar estaba totalmente desnaturalizado:
desorden, suciedad, un caos total.
Pero lo más terrible,
aquella persona había fallecido y al parecer ya hace unos días
y a su lado encontrase una carta
Y ésta decía:“Ella que me comprende.
Ella si me entiende.
Ella no me pide nada.
Ella me dice que lo olvide todo, que me quede tranquilo.
Y así entonces lo haré”.
Cuando se acercó uno de sus amigos que más le conocía y leyó aquella carta,
él entonces supo lo que sucedió.
Él estaba deprimido,
cuando la depresión llego a su vida él simplemente se abandonó,
ya no luchó, ya no se esforzó.
Él cayó en la trampa de la aparente dulce depresión.
Todo estaba sucio, desordenado.
Él había muerto aún antes de morir, se abandonó,
se perdió en la noche oscura del alma,
dolor donde muy pocos tienen el valor de salir...
aquel asesino silencioso:
La Depresión."
[Buen escrito ajeno...]